El hombre que decía ser mi padre.
"Cuando somos niños nos dicen que no debemos hablar con extraños. Claro que cuando crecemos esa regla se rompe muchas veces, ya sea que le hables a la anciana a tu lado en el autobús o que el sujeto a tu lado no parezca ser un desquiciado sino un potencial esposo. A veces hablar con un extraño resulta ser mejor que hablar con nuestra propia gente. A veces vemos en un desconocido la persona que quiesiéramos haber tenido en nuestra vida desde siempre. Pero de igual forma, hablar con un alguien que no conocemos del todo puede ser peligroso. Mucho."
La relación con mi
madre nunca fue buena. Ella se había divorciado de mi padre cuando yo tenía
tres años y se había dedicado a borrar todo rastro de él en nuestra casa.
El día que me fui a la
universidad fue el mejor día de mi vida, finalmente sería independiente y no
tendría que soportar la horrible personalidad de mi madre.
Un día, después de
haber terminado los infernales exámenes finales, regresé al cuarto que me
rentaba una dulce anciana por una cantidad realmente baja y vi que tenía un
correo nuevo.
“Hola, Lizzy” decía el correo.
“Sé
que no te recordarás de mí porque salí de tu vida cuando aún eras muy pequeña y
por lo que sé tu madre hizo un muy buen trabajo en tirar todas las fotos en las
que yo aparecía”
Al leer esas palabras se formó un
horrible nudo en mi estómago y garganta. Mi madre había tirado todas las fotos
en las que mi padre aparecía y cada vez que le preguntaba por qué lo odiaba
tanto ella me gritaba y me hacía irme a mi cuarto. Estando ahí podía escucharla
llorar en la sala. ¿Cuánto daño le había hecho mi padre realmente? Siendo más
grande le pregunté de nuevo y lo único que mi madre me dijo fue que él era un “desgraciado que evitó que ella triunfara en
la vida”. No entendí mucho de eso, pero una noche se me ocurrió que tal vez…sólo
tal vez, la razón por la cual mi madre lo odiaba tanto era porque él la había
dejado embarazada.
Tal vez por eso nunca
fue buena conmigo realmente.
“Sé
que ha pasado mucho tiempo y créeme que muchas veces intenté ponerme en
contacto contigo (incluso con tu madre) pero ella también hizo un trabajo
impecable en mantenerme alejado. No sé si te llegó a mentir diciéndote que
había muerto o algo. Pero estoy vivo. Y quiero conocerte”
Por poco me voy de
espaldas, si la silla no hubiera sido lo suficientemente pesada como para
soportarme, probablemente lo hubiera hecho. Empecé a hiperventilarme y tuve que
salir y caminar por el parque. El poco sueño que había sentido se había
esfumado. ¡Mi padre quería conocerme!
Estaba aterrada,
era el hombre que se había esfumado fuera de mi vida, aunque no fue porque él
quisiera, ¿o sí? Mi madre se encargó de eso. ¿Cómo consiguió mi correo
electrónico? ¿Sería tan malo como mi madre decía?
Tenía muchas preguntas
y ya que era obvio que mi madre nunca las respondería, ni siquiera en su lecho
de muerte de seguro, tendría que obtener respuestas de ese hombre que decía ser
mi padre.
Regresé a mi cuarto como a las seis de la tarde, medio empapada por la llovizna que había caído. La computadora seguía encendida y mi correo seguía abierto en la misma página en lo que lo había dejado.
Después de pensarlo
una y otra vez, le respondí. Le dije que podríamos vernos en el salón de comida
del centro comercial de la ciudad el fin de semana. No era un lugar privado en
absoluto pero no iba a ver al hombre (que por más extraño que pareciera era mi
padre) en un lugar alejado o solitario. Supongo que comparto algo de la
paranoia de mi madre.
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