La fiebre


Su almohada estaba empapada de sudor y las sabanas de sangre.
La herida en su mano no parecía sanar, la sangre se acumulaba a su alrededor hasta volverse una horrible masa negra y maloliente.

Su pecho ardía y su cerebro parecía haberse hinchado, era como si estuviera a punto de estallar dentro de su cabeza, "Mátame", su voz era seca y agonizante.
Respirar era horriblemente doloroso, era como tener un clavo enterrado en el pecho y cada vez que sus pulmones buscaban el oxígeno éste se clavaba más y más. "¡Por favor...mátame!"

El tiempo pasaba lentamente, su mente parecía perderse poco a poco en un oscuro vacío, a lo lejos escuchaba algunos disparos, ambulancias y más disparos. Gritos y gritos, su lengua estaba seca y su cabeza latía como un corazón. Moverse era difícil, sus huesos parecían estar ser de cristal. Sangre empezó a salir de su nariz, sangre negra.
Gritos, gritos y más gritos.
"Mi amor..."
Disparos...
"Por favor..."
Una explosión a lo lejos.
"Oh Dios..."
"Ellos vuelven...todos vuelven..."
Abajo en la sala un sonido torpe se escuchó, torpe y sin vida.

Andrés se inclinó como pudo al borde de la cama, vómito rojo y espeso salió de su garganta hinchada, su mano parecía la mano de alguien que está muerto. "Todos vuelven..."
Más gritos y más disparos se escuchaban a lo lejos mientras aquellos sonidos torpes se hacían más fuertes y constantes. Andrés vomitó con más fuerza, sintiendo que sus entrañas quedarían esparcidas en el piso.
Andrés cerró los ojos...solo hubo silencio.


La habitación estaba a oscuras, no habían gritos ni disparos, solo el horrible silencio en la calle y en la casa, la muerte los había callado a todos.
"Todos vuelven..."
Su cuerpo estaba vacío, era como estar sedado. Pero la fiebre estaba ahí, tranquila...esperando.
Su mano estaba negra, sangre salía de su nariz y oídos. "Mátame".
Y en el silencio de la muerte, la muerte apareció.
Abriendo lentamente la puerta, con sus torpes pasos entró a la habitación.
El brillo rojo en la calle iluminaba la silueta negra que se arrastraba lentamente en busca de..., Andrés vomitó de nuevo.

La fiebre había regresado, pero su cuerpo ya estaba muerto. Toda sensación se había ido. Muerto al igual que ella.
Sus ojos rojos giraron una última vez solo para ver a su amada devorando lentamente una de sus piernas.
El sonido de la carne en sus dientes se mezclaba con el sonido del fuego ardiendo en las calles.
Sangre negra salía del agujero en su pierna, su amada arrancaba sin piedad la carne del hueso. Andrés no sentía nada. Ya no importaba.

Los ojos blancos en el rostro podrido de su amada se fijaron en él una última vez mientras él estallaba en vómito negro...Muerto.
La fiebre finalmente se detuvo.
Ahora solo era cuestión de tiempo para que él volviera...


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